Reforma Hacendaria, las inadmisibles ausencias.

Javier Corral Jurado

La iniciativa de reforma hacendaria propuesta por el Presidente Enrique Peña Nieto pretende un ingreso adicional a las arcas del gobierno federal de cerca de 500 mil millones de pesos. 240 mil directamente vinculados a la recaudación impositiva, tanto por el aumento de algunos impuestos, la creación de otros y la eliminación de algunos regímenes especiales, entre ellos, el de la consolidación fiscal. El resto, un poco más de la mitad, se busca a través de incrementar el déficit presupuestal, vía el endeudamiento. Es el plan más ambicioso de recaudación que se haya presentado en las últimas décadas.

A cambio de ello se ofrece una pensión para los adultos mayores más pobres de México y un seguro de desempleo. Son dos valiosos ofrecimientos hacia una mayor equidad social, sostuve en mi colaboración la semana pasada. Pero la contraprestación, de entrada limitada en su universo de cobertura, es insuficiente como justificación moral y política para convencer a la sociedad mexicana de la necesidad de esos mayores recursos para el Estado. Están ausentes, como grandes faltantes del paquete económico 2014, un compromiso firme, decidido, por la austeridad, la transparencia y el buen uso de los recursos públicos. No aparece en modo alguno propuestas que garanticen a los ciudadanos conocer en qué y cómo se gasta el gobierno los impuestos con que grava el trabajo, las ganancias, los bienes y los servicios.

En términos reales sigue siendo letra muerta el Artículo 134 de la Constitución al mandar que «los recursos económicos de que dispongan la Federación, los estados, los municipios, el Distrito Federal y los órganos político-administrativos de sus demarcaciones territoriales, se administrarán con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados». En el ejercicio de éstos impera la corrupción, el dispendio, la opacidad. A ello hay que sumar la absoluta hipocresía con que se ha conducido el gobierno del Presidente Peña Nieto en los temas de transparencia y acceso a la información, así como su resistencia a un auténtico órgano anticorrupción, esto es, independiente del Ejecutivo. Por si fuera poco, la manera como se despliega de nueva cuenta un control político sobre el conjunto de los medios de comunicación, a través del gasto público publicitario, sin duda, como una de las mayores regresiones ya a la vista.

Por eso cobra sentido y deber de ser escuchadas y atendidas las voces que han colocado en el de la transparencia y la rendición de cuentas, una de las exigencias sine qua non para la aprobación de cualquier reforma hacendaria. » Ante la propuesta hacendaria del Gobierno Federal que se discute en el Congreso de la Unión, y que considera difundir la lista de contribuyentes morosos, consideramos pertinente exigirle haga transparente, en tiempo real, el ejercicio del gasto público de los tres órdenes de gobierno, momento a momento», me dice en un envío de correo electrónico mi amigo y compañero Juan Miguel Alcantara Soria, quien junto con Fauzi Hamdan Amat, promueven ante legisladores una propuesta del Maestro Enrique Huesca Fernández sobre transparencia en el ejercicio presupuestal y con la que «el crónico problema de la corrupción sería abatido radicalmente». La propuesta busca pasar de la información del desempeño, al presupuesto por desempeño.

Huesca sostiene que «El gran paso en la Transparencia Presupuestaria es la construcción de una sola plataforma que permita llevar todo el ciclo presupuestal y que este abierta en los rubros que no pongan en riesgo la operación y seguridad del Estado Mexicano». La diversidad de plataformas para el registro del presupuesto aprobado, de la programación de las operaciones presupuestarias, las formas y responsables de la ejecución, el registro de la cartera de inversión, los proyectos ejecutivos, los estudios costo-beneficio, etc, sólo benefician la corrupción y la ineficacia en el gasto.

Por eso la propuesta, planteada como el gran reto institucional en las instancias públicas, tiene como eje central llevar un solo sistema la programación, la presupuestación, la contabilidad y la evaluación presupuestal. «El paso más importante sería consolidar en un solo sistema el Presupuesto y la Contabilidad, lo que permitiría al legislador liberar aquellos módulos que debería interesar a la ciudadanía conocer».

En su postura de rechazo a la iniciativa de reforma hacendaria, Acción Nacional precisó una acción muy clara para sus legisladores en ese sentido: sostendremos una línea que establezca reglas claras de operación en el manejo de los recursos públicos, transparencia en el manejo de la información y en el ejercicio de los recursos a cargo de la Administración Pública Federal y, de manera muy especial, acciones y compromisos claros de combate a la corrupción que eviten el mal uso de los recursos que se asignen en todos los niveles de gobierno».

Otras voces han llamado la atención de estos faltantes en la semana que termina. Alentada por empresarios regiomontanos de viejo cuño en la tarea productiva, y extendida su presencia en diversos estados del país, la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI) ha formulado la más certera crítica a la iniciativa de reforma fiscal desde un contexto nacional e internacional, en lo económico y en lo político. Dada su condición de autonomía e independencia frente al poder, no enredada en los turbios intereses de las compras y los contratos fáciles con los que gobiernos estatales y el federal han domesticado a los otrora combativos organismos empresariales, la ANEI pisa el callo más doloroso al señalar que una verdadera reforma hacendaria debe poner el acento en la austeridad, ahorro y eficiencia del gasto público.

«El Ejecutivo está planteando el más agresivo aumento de impuestos de los últimos 40 años: Sin obligarse a reducir el gasto corriente ni castigar la corrupción.
Sin considerar la recesión nacional y debilidad económica mundial. Propone aumentar 9% el gasto, estimando el crecimiento económico de 3%. Tampoco se obliga a eliminar los privilegios de Legisladores, Gobernadores, Comisionados, Magistrados, Funcionarios de alto nivel, Sindicatos Públicos y sus líderes, Partidos Políticos y muchos más que medran de nuestros impuestos y de nuestro trabajo. Sin reducir la dependencia de los ingresos petroleros. Aumentando el déficit. Orientando el gasto hacia el paternalismo y clientelismo, no hacia la producción y la inversión. Sin eliminar privilegios fiscales ni aumentar la base fiscal. Sin comprometerse a una meta de crecimiento de empleos y salarios.
Sin estos compromisos, la propuesta carece de legitimidad moral, aunque se cubran las formalidades legales y la propuesta, de aceptarse, será rechazada en la práctica.
Sin corregir la corrupción, ineficiencia y pésimo servicio de los programas sociales y la gruesa burocracia y gasto corriente, la ciudadanía se opone a más programas, gasto y clientelismo. Sin moderar la voracidad de los monopolios públicos y privados, el aumento impositivo acelerará la recesión, desempleo, precariedad laboral y pobreza».

«Todos los países están reduciendo gasto público, no aumentándolo. Muchos países están reduciendo impuestos a las Pymes y a los trabajadores, alentando al sector productivo, transparentando el gasto y castigando la corrupción con juicios públicos y cárcel. Todos los países importantes han desmantelado monopolios públicos y privados, y aquí solo se ha enunciado esta meta. Estos monopolios son gravámenes adicionales que causan el estancamiento experimentado desde hace tres décadas».

Si el gobierno del Presidente Peña Nieto quiere convencer al Congreso y a los sectores productivos de la necesidad, ya no de la bondad de su reforma fiscal y hacendaria, tiene que dar muestras comprobables de racionalidad en el gasto, controles eficaces para el ejercicio, transparencia y anticorrupción. De lo contrario, y aunque cuente con el respaldo del PRD para sacarla adelante en el Congreso, la reforma fracasará, porque se convertirá en desánimo, desaliento, inseguridad para la inversión; exactamente lo que hoy no puede faltarle a la economía nacional.

P.D. Este domingo 22 de septiembre se conmemora el Día Mundial sin Automóvil. Una ocasión para reflexionar y tomar conciencia sobre otras formas de movilidad, por supuesto el transporte público, pero también y más emocionante, gratificante, usar la bicicleta o caminar. Es necesario detenernos para pensar, por lo menos un día, sobre los daños que al medio ambiente ocasiona el uso a gran escala de los autos, y los excesos en que caemos al utilizar el automóvil para distancias que bien podríamos hacerlas caminando o en bicicleta. Imaginarnos cómo un día nuestra ciudad puede percibirse más sana, amable y placentera, sin congestión, menos contaminación, menos ruido, un poco más segura.

Substituir el automóvil por la bicicleta el mayor tiempo posible y para traslados cortos, no sólo es una contribución al medio ambiente, sino una experiencia de autonomía, libertad y ejercicio físico de extraordinario valor personal y social.

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