Liberalismo burocrático

(Fuente: El Norte, enero 16, 2008)

Fernando Turner

En estos días es posible palpar las causas que impiden que nuestra economía despegue. Entre burócratas y monopolistas se continúa estrangulando al emprendedor en una forma sistemática, insensible e irresponsable.

Aumentos en impuestos, energía, cemento y acero y control de precios para otros; liberación comercial para los valientes y cierre de fronteras para favorecidos; mercado libre para chiquilines y oligopolios para cuates. Competencia irrestricta para el sector productivo y protección a banqueros, aseguradoras y Afores; laboratorios, televisoras, telecomunicaciones, Pemex, CFE, aeropuertos, ferrocarriles, puertos, sindicatos del gobierno, burócratas, políticos y Estado. Son manifestaciones de un gobierno pseudoliberal, que declara como prioridad el empleo, pero aplica políticas estatistas y oligopólicas, eligiendo ganadores y perdedores y destinándolo a fracasar en su objetivo principal.

Las malas decisiones burocráticas son un cáncer que avanza sin remedio, socavando el espíritu emprendedor de grandes y pequeños. No privilegian el crecimiento y el empleo, sino protegen al sector público y a sus aliados, los monopolistas privados. Están enfocadas en aumentar ingresos al Estado, cuidando no afectar a los omnipresentes y voraces monopolios públicos y privados.

Debido a la insensibilidad del burócrata en cuanto al efecto nocivo de sus decisiones, creen que no tienen respuesta de la población porque no la ven en desplegados, manifestaciones o grilla. Porque no hay diputados que defiendan al ciudadano y al emprendedor. Al consumidor. Al pequeño. Porque creen que negociando con las cúpulas ya la hicieron.

Se equivocan. El ciudadano responde reduciendo inversión y actividad. Con incentivos negativos en aumento se invierte menos, y sólo en actividades protegidas de la competencia y resguardadas de monopolios y gobierno, muchas de ellas informales.

La escasa inversión es un voto negativo, claro y evidente, a las malas políticas públicas, pero no lo entienden así los burócratas. Se contentan con inaugurar alguna planta de inversión extranjera, en sí misma insuficiente, y pensando que el mexicano es ingrato porque no aprecia las bondades del sistema.

Ignoran lo obvio. Para aumentar la riqueza es necesario crear empleos suficientes para un millón y cuarto de jóvenes que anualmente llegan a la edad de trabajar. Para lograrlo se requiere aumentar sustancialmente la inversión nacional, del actual 15 por ciento al 25 por ciento del PIB y su crecimiento de 3 a 6 por ciento. Más inversión ampliaría, si los burócratas no estorban, la productividad del trabajador y los salarios reales, sin causar inflación. Mayor masa salarial ampliaría el consumo, la inversión y los ingresos públicos, generándose un ciclo virtuoso creciente.

Pero la inversión sólo aumenta aplicando políticas que acrecienten su rendimiento neto, pues hay insuficiencia porque su precio (rendimiento) es menor al requerido considerando los riesgos en el País. Si este rendimiento es inadecuado, se debe principalmente a insumos monopólicos más caros que en el exterior o a excesivos impuestos o a ambas cosas.

Si los impuestos son altos y el Gobierno no completa, se debe a que gasta más de lo debido, no a que falten más impuestos. Si los impuestos son bajos y el rendimiento también, entonces los insumos monopólicos son excesivamente caros, y una reforma estructural indispensable es liberalizar esos sectores y/o alinear sus precios a los internacionales más bajos.

Si ésta se omite y no se desmantela el presente sistema pseudoliberal-burocrático-monopólico estableciendo un verdadero liberalismo, orientado activamente y consistentemente a estimular a millones de emprendedores, no repuntará la inversión y el empleo, y México seguirá siendo un país frustrado, pobre y desigual.

El autor es editorialista invitado y presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.

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