Incapaces

(Fuente: El Norte, junio 6 2009)

Fernando Turner D.

La reciente aparición en Monterrey de los dos principales responsables de la política económica aumenta el desaliento respecto a las posibilidades de recuperar el crecimiento y abatir el desempleo.

El comportamiento económico de México durante el reinado de Ortiz, Carstens y el grupo al que pertenecen es francamente desastroso. Desde la llegada de los tecnócratas, el País dejó de crecer aceleradamente y entró en una etapa de estancamiento de la cual no se acierta a salir. Entramos en crisis nuevas que agravan la crisis fundamental sin que se diseñe una política económica adecuada a las circunstancias nacionales.

Se pretende cambiar al País para que funcione la ortodoxia, cuando lo apropiado es adaptar la ortodoxia a las circunstancias. Esto último demanda economistas aptos y responsables, capaces de formular estrategias y aplicar programas que ordenen incentivos y generen crecimiento. No parece que los tengamos.

Decepcionan las declaraciones de Ortiz y Carstens. Ninguno acepta responsabilidad, como si las políticas monetaria, cambiaria y fiscal no fueran fundamentales en la resultante económica. Como si sus inflados puestos fueran irrelevantes.

El primero, enfocado en ratings internacionales y no en empleos, demanda "reformas estructurales necesarias que todos conocemos" y saca una lista de supermercado que convertirían al País en uno ideal y perfecto.

Todo, menos cuestionar sus responsabilidades: política monetaria dirigida a controlar exceso de demanda obviamente inexistente en este periodo recesivo mundial. Mientras todos los países estimulan, aquí se reprime. Mientras afuera se apoya crecimiento, aquí se coarta. Política cambiaria cuyo objetivo es sobrevaluar la moneda para contener la inflación, deprimiendo la inversión y el consumo nacionales.

Así se justifica dilapidar 26 mil millones de dólares de octubre a la fecha para sostener la moneda, la cual finalmente se alineará según sus fundamentos reales. Política bancaria privilegiando el oligopolio, ahogando a las empresas pequeñas y medianas a las que se atiende con programas existentes sólo en las mentes burocráticas.

Carstens se ha convertido en un maestro de la pantomima. Afirma que México "no tiene problemas de balanza de pagos; ni de endeudamiento, ni fiscal, ni monetario, ni de sistema financiero". Pero no señala la causa que nos condujera a lograr el peor desempeño de Latinoamérica y uno de los peores del mundo, a pesar de "estar blindados". Del "catarrito" a la "calamidad" -así le llama a un desplome económico del 5.8 por ciento- nadando de muertito, anunciando programas que nunca despegaron porque su propósito era exclusivamente mediático.

Mientras todos los países aplicaban estímulos masivos a la economía e incurrían en déficits indeseables, pero necesarios ante la amenaza recesiva, el nuestro combatía con anuncios engañosos y programas mañosamente valuados en 800 mil millones de pesos, para engañar al Presidente y al País, mientras se aumentaba la carga fiscal al sector productivo.

Ambos personajes -maestros en sacarle al bulto a sus responsabilidades y alejados del drama de la pobreza y desempleo- no ofrecen soluciones ni ideas, salvo la pésima convicción de aumentar impuestos para proteger un gasto público grotesco, desenfrenado e ineficaz. Sólo a ellos se les ocurre estimular crecimiento y empleo aumentando gravámenes, mientras en el resto del mundo se hace lo contrario.

Más de lo mismo. Podemos ya sacar el balance del sexenio del "Presidente del Empleo". Más gasto público improductivo, impuestos, desempleo, estancamiento y pobreza. Acercándonos más al abismo, mientras estos personajes siguen utilizando pasarelas a modo para continuar escondiendo su ineficacia e inflando su ego.

¿Cuando será el día en qué se les llame a cuentas?

El autor es presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.

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