Al garete

(Editorial publicado en el periódico El Norte, enero 11 2009) 

Fernando Turner

En las crisis, la calidad del liderazgo se manifiesta. Cuando es capaz, puede mostrar sus capacidades creativas, organizacionales, carismáticas y ejecutivas ante las inminentes amenazas, para inspirar a la sociedad a intentar cambios trascendentes que la lleven a mejores estadios de desarrollo. Un liderazgo transformacional.

Cuando es inane, el liderazgo se manifiesta en exhortos, buenas intenciones y programas insustanciales orientados a conservar el statu quo y la imagen. Se aparenta acción cuidando no cambiar o renovar. Se apacigua la conciencia, evitando desacomodar el sistema y dañar intereses creados.

Éste lo vivimos actualmente en México. Un liderazgo improductivo, conservador, esclavizado por los dogmas, ineficaz y sin empatía con la gente. Liderazgo compuesto por las omnipresentes y perpetuas rémoras en el gobierno y la política, tanto del sector público como del "social" y privado.

Todos, sacando las mayores rentas de un país cada vez más disminuido. Movidos por egoísmo que los aísla de las necesidades, aspiraciones y penurias de la población, que son para ellos sólo estadísticas incómodas que siempre pueden ser maquilladas. Rémoras alejadas del interés nacional, el cual confunden con sometimiento al dogma globalizador, monetarista y conservador y a la protección a los de siempre.

Ante la crisis, las recetas de siempre. Proteger los ingresos fiscales a costa del derrumbe de la inversión y el empleo. Mantener grotescamente, en la estratósfera, las tasas de interés, para evitar la salida de capitales golondrinos rentistas, costosos e inútiles que pueden desplomar la moneda inflada por la intervención obvia y desproporcionada del Banco Central, esa institución pretendidamente infalible, ausente del compromiso impulsor. Proteger los monopolios públicos y los oligopolios privados congelando precios excesivos sobre los internacionales, los que han convertido al País en un esquilmo de las mayorías desprotegidas.

Ante la crisis, los mismos cursis, desprestigiados y anacrónicos shows corporativistas que el cambio no se ha atrevido a tocar, exhibiéndose orondos y sonrientes como comparsas, los mismos de siempre: los dueños del esquilmo y de las rentas; los perennes líderes empresariales, políticos y sindicales. Eventualmente se manifestarán irresponsables ante el fracaso de la farsa, pero prestos a la siguiente.

Ante el inminente derrumbe, centrarse en la protección de los ingresos fiscales, en el Estado y en la protección a la oligarquía como remedio a una crisis que demanda, además de política monetaria contracíclica, apoyo al consumidor y a los productores no rentistas, mediante desgravaciones fiscales y estímulos sustanciales, así como austeridad, recato y moderación a funcionarios, políticos y oligarcas.

Contrario a otros países que regresan impuestos en efectivo, eliminan gravámenes y aumentan las inversiones, nuestro gobierno, cooptado por tecnócratas incapaces esclavizados a teorías desprestigiadas, acompañado del corporativismo y alejado de la gente, anuncia medidas gastadas, irrelevantes e ineficaces que no tiene intenciones ni capacidad para aplicar, y cuya ejecución el Presidente no intentará vigilar, porque son para la foto y para la galería. Para la biblioteca post presidencial, el libro de glosa y la campaña partidista.

Mal augurio. Esperemos la explicación al fracaso responsabilizando a los gringos, a la caída del petróleo; a la baja calidad del mexicano que no merece a sus líderes y prepárense para el derroche, con nuestros impuestos, de miles de políticos ansiosos por convertirse en salvadores de la patria pero que, sin cambiar el entramado, sólo acelerarán el declive.

Sin liderazgo transformador, el País está al garete. ¿Dónde está ese nuevo liderazgo transformador? ¿Cómo abrirle camino?

 

El autor es presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C. ftd@katcon.com

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