Tiempo de unidad, pero con inclusión

Grupo Reforma: 18 de abril de 2020

Son tiempos de unirnos ante este vendaval, este azote universal.

Después de esta crisis -que pasará- debemos renacer para recuperarnos y lograr una sociedad más justa, libre de miseria. Debemos combatir nuestras ideas arraigadas, muchas de ellas nocivas, y buscar esquemas frescos que rejuvenezcan nuestra sociedad.

Muchos pensamos que la polarización social ha aumentado, que estamos más desunidos y que la división nos debilita. Pero lo atribuimos a otros sin ser proactivos y dispuestos a cambiar, esperando que otros lo hagan.

Nos enfocamos en doblegar al adversario, en mantener la hegemonía, nuestra visión del mundo. No se quiere compartir privilegios y poder.

Todos somos parte del encono.

El Gobierno federal se refugia en seguidores más ardientes, en acciones más radicales, refractario a ideas diferentes y desprestigiando a supuestos adversarios. Sin ganas ni capacidad de convencer y convocar a incrédulos.

Los empresarios cúpula, entronizados en organizaciones defensoras de intereses contradictorios entre sí, ostentan un estático discurso de apoyo al empleo, arrogándose la representación de millones de empresarios permanentemente excluidos de la mesa de discusiones.

Los ciudadanos, en tanto, se refugian en las redes sociales festejando memes, reenviando mensajes «fake» y verdaderos, en círculos cerrados reforzando filias y fobias, pretendiendo así participar y contribuir.

Todos debemos renacer. Resucitar. Reinventarnos.

Y es que quedaremos debilitados y empobrecidos por la grave crisis. Con miles de empresas cerradas y millones de desempleados. Exhaustos por el encierro y la angustia.

Necesitaremos esforzarnos de manera extraordinaria para recuperarnos y unirnos. Pero que sea una unión incluyente, legítima, que luche por el bien común. Con voz y voto de los hasta ahora excluidos.

El País, y principalmente los más necesitados, serán muy beneficiados si el Presidente cambia su discurso hacia la conciliación y la convocatoria, y si deja de luchar a las vencidas con empresarios y clases medias, recordando que ya ganó y que es el responsable.

Si cambia de dogmas y tácticas en su frenética actuación, esforzándose por ceder y conciliar, y logra alianzas en beneficio de la mayoría y del País, sólo así logrará favorecer a los desposeídos y pasar bien a la historia.

Por su parte, los empresarios cupulares necesitan renovar sus organismos y redefinirlos como lo que son: gestores de grupos de poder cercanos al Gobierno y defensores de sus contradictorios intereses, algunos legítimos.

Deben dejar la bandera de los pequeños y medianos y de trocar sus intereses por concesiones, contratos y favores, mientras ahogan legítimas organizaciones que los representen y protegen oligopolios que suprimen competencia y generan inflación.

Como en otros países, deben manifestarse como lo que son y dejar que otros organismos luchen por los pequeños. Si no hacen eso, seguirán paralizados por sus luchas internas, carentes de poder de negociación, rasgos que fueron evidentes en la conferencia del CCE de antier.

Como ciudadanos debemos criticar propositivamente a los que detentan el poder político y económico. Salir de nuestros círculos cerrados. Dejar de pensar que los intereses de los potentados son los nuestros y que actuarán en nuestro beneficio.

Debemos dejar de apoyar a políticos incompetentes que luchan por sus propios intereses y los de sus cuates, para cultivar su ego y desplegar sus fobias.

Sin crítica y exigencia de nosotros los ciudadanos nunca tendremos democracia.

Cambiemos. Renovémonos. Renazcamos.

No hay que temer.

El autor es fundador de la ANEI, A.C., y ex Secretario de Economía y Trabajo de NL.

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