Le faltan ceros al “Presupuesto Base Cero”

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) presentó una propuesta de “Presupuesto Base Cero” (de ahorro) que elimina 56 programas federales, fusiona 261 programas en sólo 99, y deja el número total de programas en 851. Sin embargo, la propuesta de eliminación de programas se queda corta. Aquí discuto por qué y planteo tres acciones para aumentar los “ceros en gasto” del “Presupuesto Base Cero”.

Fuente: excelsior.com.mx

Por Viridiana Ríos

Asumiendo que los programas que la SHCP propone eliminar para 2016 tuvieran el mismo presupuesto que tuvieron en 2015, lo que se sugiere recortar en 2016 equivale a sólo 14.4 mil millones de pesos. Esto es apenas 0.4% del gasto total programable, y muy poco comparado con el recorte de urgencia que se necesitó a principios de 2015 (124 mil millones de pesos) cuando nos dimos cuenta de que el bajo precio del petróleo llegó para quedarse.

Esto pone sobre la mesa una realidad ineludible: la propuesta no nos está apretando suficientemente fuerte el cinturón. Una buena apretada de cinturón requiere al menos tres características:

Primero, es imperante reducir la deuda y la dependencia que tienen los estados de los recursos que reciben de la Federación. Con la cantidad de presupuesto que se tiene comprometido para las entidades federativas y para el pago de la deuda pública cada año (que, por cierto, aumentó su saldo en 18.4% tan sólo en un año), el gobierno en realidad sólo puede maniobrar con 78% de su presupuesto total.

Si la deuda sigue creciendo y los estados siguen sin recaudar, el porcentaje de maniobra del gobierno federal también disminuye. Así, por ejemplo, de los 4.6 billones de pesos presupuestados para 2015, el gasto que puede recortarse es de sólo 3.6 billones (78%) porque el resto (1 billón) es gasto “no programable”, es decir, gasto que ya está apartado porque se destina al cumplimiento de obligaciones y apoyos determinados por la ley, como la deuda pública, las participaciones a estados y municipios, entre otros.

Segundo, es imprescindible dejar de atribuir a secretarías funciones que otras ya realizan. La propuesta de la SHCP para el presupuesto de 2016 ya dio un primer paso en esa dirección, evidenciando la existencia de programas que claramente no pertenecen a las secretarías en las que se operan. Por ejemplo, ¿por qué la SHCP tenía un programa para la “formulación de políticas públicas para la atención a víctimas”? o ¿por qué Gobernación tenía un programa de “centros estratégicos de inteligencia?, o ¿por qué la Secretaría de Economía tiene un fondo proaudiovisual? Lo importante es analizar si no existen otros, obviados por la SHCP, que aún estén en estas circunstancias.

Tercero, hay que eliminar por completo los programas fantasma, los 123 que hay, o al menos justificar su existencia. Llamo programas fantasma a los que, a pesar de carecer de presupuesto, todavía existen en la estructura de gasto como cascarones (quizá porque se piensa que en un futuro será necesario asignarles recursos). Del total de mil 097 programas que existen, 123 son cascarones. De esos 123, sólo se propone eliminar 27, principalmente en la Secretaría de Energía (Sener) (siete programas), seguido de Gobernación y Hacienda (cuatro cada uno). Todavía quedarán como cascarones 96 programas, 79% de los programas que ya existían como cascarones.

Si la existencia de programas fantasma es requerida porque, por ejemplo, son programas que sólo cobran relevancia en ciertos años (e.g.censos, elecciones), sería importante que se hiciera del conocimiento público cuáles son estos casos a fin de que entendamos la relevancia de estos programas y no sólo sepamos que existen 96 programas bajo la manga de la SHCP, pacientemente esperando a ser resucitados.

Si de apretarnos el cinturón se trata, la propuesta de la SHCP muestra que recortar programas no está siendo el camino más productivo. Los verdaderos ahorros provendrán de volver más eficiente los programas que ya operan, reducir la burocracia sindicalizada que no es productiva, y eliminar gastos de poco valor como el de los partidos políticos.

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