La clave del crecimiento: Una verdadera competencia interna.

Actualmente hay profusión de opiniones y teorías que “diagnostican” el problema económico nacional. Sin embargo, la causa fundamental del estancamiento mexicano es la falta de competencia, que arroja un desbalance de precios internos.

La siguiente gráfica ilustra este desbalance:

Como podemos ver, en los últimos 30 años, los precios de monopolios y oligopolios, es decir, los costos de muchos insumos básicos para producir, han aumentado casi al doble que los precios de los sectores que sí compiten.

Con ello nace una dinámica que nos estanca:

a)    El desbalance de precios relativos hace poco rentable la producción nacional;

b)   Esta baja rentabilidad en sectores abiertos desincentiva el deseo de invertir;

c)    Esta baja inversión causa insuficiente creación de empresas y empleos.

d)    La falta de inversión es la causa del bajo crecimiento económico.

Es decir:

A)   El abuso del gobierno que ha utilizado los monopolios públicos para recaudar y financiar un gasto público creciente e improductivo; y

B)    La falta de competencia interna en sectores clave…

…han causado una severa reducción de rentabilidad en sectores completos de la economía, dando como resultado una baja inversión a PIB.

Podemos ilustrar este proceso de desindustrialización de los últimos 5 sexenios, con esta gráfica, en donde es claro que mientras se agrava el desbalance de precios internos, se acelera la caída de la inversión:

 

 

¿El resultado?

  • 57 millones de pobres;
  • 20 millones de desempleados e informales;
  • 18 millones en extrema pobreza;
  • Grave inseguridad y pérdida de imagen nacional y confianza en México.

La lección es clara: estabilidad macroeconómica a base de políticas restrictivas, altos precios en insumos clave para la producción, un gasto público desbocado e improductivo, con existencia de prácticas anticompetitivas en sectores clave, desanima la inversión e impide lograr el bienestar de las mayorías.

En otras palabras, padecemos de una falta de alineación de políticas básicas, que individualmente parecen adecuadas, pero en su conjunto y aplicación parcial desalientan la inversión y el empleo, favoreciendo actividades sin la máxima eficiencia económica.

El camino adecuado para el crecimiento solo se logrará alineando factores económicos críticos que permitan aumentar la rentabilidad de las inversiones:

  • Lo que implica aumentar la apertura interna para reducir los precios de los monopolios y oligopolios;
  • Lo que permitirá bajar la inflación, evitando penalizar al sector abierto de la economía (bajar la inflación con apertura);
  • Eliminando el presente desequilibrio de precios internos;
  • Evitando la sobrevalución “relevante” del peso (alineando tipo de cambio nominal y real);
  • Dando a nuestras tasas de interés competitividad frente a las internacionales;
  • Corrigiendo la falla de mercado que impide financiar a las Pymes.

México debe crecer un 5% anual para poder generar los empleos formales necesarios en las próximas dos décadas. Un crecimiento de 7% anual como mínimo es necesario para poder cubrir el presente déficit de empleo formal.

Para lograr ese crecimiento se debe multiplicar por cuatro la inversión total actual.

La reforma en telecomunicaciones, y las anunciadas reformas para PEMEX y CFE son evidencia de que el Gobierno advierte la necesidad de dar un golpe de timón para lograr el crecimiento.

El camino adecuado para el crecimiento pasa necesariamente por crear condiciones verdaderas de competencia. De no hacerlo así, toda otra reforma será ineficaz, pues mientras el desbalance de los precios internos no sea corregido, la inversión privada continuará estancada.

 

El sector público y la apertura interna.

La experiencia histórica nos demuestra que promover la competencia a través de la conversión de empresas públicas a privadas sin eliminar su poder monopólico resulta en perjuicio del productor y el consumidor, y aunque en teoría este proceso de apertura y reducción del tamaño del Estado impulsaría a la economía, el resultado ha sido el contrario.

No conviene emprender estas acciones sin una cultura de competitividad en las empresas mexicanas, reforzada por una actuación eficaz del Estado en materia de competencia. En el caso del sector energético, el problema se agudiza, pues el mercado internacional está en manos de cárteles, por lo cual el “mercado libre” es inexistente.

En suma, el Estado mexicano no abona a un entorno competitivo, y los esfuerzos que ha emprendido en este sentido han fallado, al enfocarse en enajenar sus entidades productivas en el peor momento posible, bajo condiciones desventajosas y creando mercados de alta concentración.

Por otra parte, el Gobierno tiene grandes áreas de oportunidad como puede ser incrementar su productividad, ser menos corrupto, dar precios más bajos, operar sin demoras y centrarse en servir al ciudadano, proveyendo un eficaz Estado de Derecho (mejorar sus precios, servicio y calidad).

 

El sector privado.

El sector privado en México está plagado por prácticas anticompetitivas que distorsionan la economía y no están siendo atacadas de manera sistemática y eficaz por los órganos del Estado.

De manera enunciativa más no limitativa, listamos las siguientes prácticas como constantes en el mercado mexicano:

  • Contratos de adhesión bajo condiciones imposibles de cumplir;
  • Reparto racional de mercados y clientes;
  • Elaboración de “listas negras” de clientes y proveedores;
  • Distribución de información crediticia de clientes morosos;
  • Disminución de precios por debajo de los costos;
  • Aplicación de condiciones discriminatorias para operaciones equivalentes;
  • Subordinación del suministro de un producto a la aceptación de obligaciones adicionales al objeto del negocio;
  • Oferta de bienes o servicios en condiciones desiguales o a precios diferenciados;
  • Obstrucción en el acceso a los mercados o a los canales de distribución.

 

En conclusión.

La operación eficiente de los mercados se basa en la libre competencia, la libre concurrencia y el acceso libre a la información.

Sin estos tres elementos, será imposible desplegar las capacidades de la economía mexicana en toda su plenitud.

Por ello señalamos que es urgente, y de suma importancia para el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, plantear para el sector público una política ejecutiva, integral, continua, que vaya encaminada a mejorar las condiciones de competencia en el país.

Para ello, sugerimos incluir como metas específicas: reforzar las leyes de competencia, fortalecer a los órganos reguladores de la misma, empoderar al ciudadano y a los órganos que lo defienden como consumidor y reforzar la tipificación de las prácticas anticompetitivas, tanto públicas como privadas.

La reforma estructural que requiere México, la madre de todas las reformas, será aquella que nos brinde condiciones de verdadera competencia, otorgando a los empresarios la posibilidad de tener una alta rentabilidad en sus inversiones.

 

 

Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.

Monterrey, Nuevo León a 21 de Marzo de 2013.