Reforma energética

Como empresarios mexicanos, estamos conscientes de que el sector energético de nuestro país necesita de una transformación que sea para el beneficio de la población e incentive el crecimiento económico de México.

Sin embargo, la Reforma Energética propuesta por el poder Ejecutivo y avalada ya por el Congreso de la Unión está lejos de atacar las verdaderas causas de la ineficiencia de PEMEX. Su diagnóstico no corresponde a la realidad de los problemas del sector energético.

La administración de Petróleos Mexicanos ha estado caracterizada por:

 

  1. Tener funcionarios públicos con intereses políticos más que sociales.
  2. Estar controlada por el Congreso de la Unión y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
  3. Tener un sindicato de trabajadores corrupto, con fines clientelares-electorales.
  4. Manejar los recursos públicos con falta de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas.
  5. Ser una empresa que se maneja en función de intereses y colusiones entre políticos y empresarios.

 

La Reforma Energética no contempla el combate y prevención a ninguno de estos problemas. En sentido contrario a manejar los recursos públicos de manera más eficiente, con la reciente Reforma Fiscal y con esta nueva disposición el gobierno está buscando tener aún más recursos de los que ya gasta. Para el próximo 2014, el gasto público será equivalente al 30% del PIB, con un aumento del 50% con respecto al año 2000.

Para los mexicanos de las micro, pequeñas y medianas empresas, más de 5 millones de empresarios que generan el 79% del empleo total en nuestro país, el interés por una Reforma Energética radica en la disminución de los precios de la energía. Los precios de los energéticos en México son muy elevados, lo que afecta en la competitividad de nuestras empresas. Esto reduce los incentivos para la inversión y el crecimiento del tejido productivo nacional.

La única manera en que esto pudiera generarse sería gracias a que los precios bajen de manera inmediata, disminuyendo el costo para el sector productivo nacional en sus insumos energéticos; todo a través de una estrategia desligada de decisiones políticas y focalizada en el largo plazo.

No obstante, la Reforma Energética aprobada no contempla en ninguno de sus estatutos dejar al libre mercado los precios del petróleo, el gas y la electricidad; esto para que estén dentro de un ambiente de competencia y que consecuentemente se ajusten a niveles de precio más bajo.

Otro de los grandes problemas para nuestro país, el cual no ha sido mencionado por la publicidad del gobierno federal, es la gran cantidad de monopolios y oligopolios. En los últimos años, los precios de los productos monopólicos han crecido tres veces más que los de los bienes producidos en mercados abiertos. El control inflacionario está quedando corto ante la tendencia a la baja del poder adquisitivo de los mexicanos.

La inversión extranjera en PEMEX no es necesariamente la solución que requiere el sector energético. De hecho, esta empresa paraestatal ya invierte anualmente entre 25 mil y 30 mil millones de pesos en innovación y desarrollo; y aún con la reforma, no aumentará en gran medida los ingresos que ya recibe PEMEX en inversión.

La liberalización económica en el sector energético no generará una derrama de la riqueza a nivel general; la panacea de esta doctrina económica no ha rendido los frutos esperados por la población mexicana. Contrario a lo que se ha manejado, la inversión extranjera se concentra en los sectores monopólicos de nuestro país; esto por los beneficios que tienen gracias la protección frente a la competencia, tolerados por el gobierno.

Además, la inversión extranjera no representa más del 10% del total de inversión que requiere el país. El 70% de la inversión requerida para generar estabilidad social y un crecimiento económico del 6%, equivalente a 300 mil millones de pesos, vendrá solamente de los pequeños y medianos empresarios que cuidan el patrimonio productivo nacional.

Nuestra economía no debe de depender directamente de la exportación de un recurso; esto generará una distorsión peligrosa del aparato productivo nacional. El aumento en la exportación de hidrocarburos haría que el gobierno gaste más, que la moneda se revaluara, que el empleo baje y que la desigualdad aumente. Esto debido a que se está esperando que con la renta petrolera se gaste el dinero en cuenta corriente, en lugar de financiera el comercio exterior y fortalecer el mercado interno.

Después de estar 30 años en reformas permanentes, creemos que la disposición federal en materia energética está lejos de atacar los verdaderos problemas de nuestro país. México no avanzará a base de reformas con publicidad pagada de nuestros impuestos: saldrá adelante al hacer eficiente el aparato operativo y el manejo de los recursos con los que contamos, los cuales son abundantes en muchos sectores de la economía.

El gobierno está destinado a tener un interés colectivo y común, en donde se busque de manera permanente y comprometida el bienestar de la población. El paquete de reformas que están siendo impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto no están dimensionando apropiadamente los verdaderos problemas de México.

Por eso exigimos: más democracia y menos monopolios.