Toca el turno al Banco de México

Al final de cuentas las mayorías no se equivocaron y la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) no subió la tasa de interés.

Fuente: eleconomista.com.mx

Por Enrique Campos

Esto significa que sigue la incertidumbre y que ahora se traspasa toda la carga de la especulación a los momentos previos a la siguiente reunión del Comité de Mercado Abierto, el próximo mes.

Hay que atender las señales que manda la Fed en su comunicado y en la conferencia de la presidenta Janet Yellen. La estimación de un crecimiento no tan dinámico es contundente para las nuevas estimaciones de cuándo inicia el proceso de corrección de la tasa de interés de referencia actualmente en cero.

Por lo pronto, el mundo tiene que adaptarse a la realidad de un crecimiento global más lento y sin tantos estímulos monetarios. Es más, no son pocas las economías que tienen que considerar medidas monetarias propias para frenar la especulación que ha dominado a los mercados.

En esa condición está la economía mexicana que hoy no tiene una decisión tan lineal como decir que si la Fed no subió las tasas de interés, el Banco de México tampoco tendría por qué hacerlo.

Vamos para un año de presiones cambiarias que han llevado la paridad de 13 a 17 por dólar. Es verdad que la inflación hace un año estaba en 4% y que hoy está en 2.6 por ciento. Pero quién mejor que los banqueros centrales mexicanos para analizar a detalle qué es lo que ha provocado esta baja en la inflación.

Hoy los precios de los alimentos están en los niveles más bajos del último lustro, pero al mismo tiempo hay rubros inflacionarios que como consecuencia de la depreciación del peso frente al dólar han alcanzado los dos dígitos.

Un gran acierto del banco central mexicano fue haber adelantado su reunión de política monetaria unos días después del encuentro de la Fed, porque reduce el tiempo entre la decisión mexicana y la estadounidense.

Si la Fed hubiera decidido subir su tasa de interés ya sabríamos que el Banxico tendría que hacer lo mismo, pero ahora que se ha postergado ese primer movimiento de alza la determinación mexicana no es tan lineal.

Podría el banco central de nuestro país decretar un aumento en el costo del peso para apuntalar la cotización de la moneda y evitar que en un futuro no muy lejano las autoridades monetarias tuvieran que enfrentar dos problemas: el aumento del costo del dinero en Estados Unidos y el incremento de las presiones inflacionarias internas.

Ningún proceso de recuperación económica agradece un aumento en las tasas de interés, ni siquiera en una economía tan poco bancarizada como la mexicana. Pero es un hecho que es más detestable enfrentar presiones inflacionarias, porque éstas son más difíciles de controlar y restan más opciones de crecimiento a los grupos más vulnerables.

Los canadienses por ejemplo han tomado a lo largo de los últimos años decisiones de política monetaria autónomas a las determinaciones de la Fed. Y si bien el castigado mercado petrolero los tiene en recesión, su manejo monetario ha sido impecable.

¿La puerta que dejó la Fed abierta para este mismo año subir las tasas podría ser suficiente para el adelanto del Banco de México?

Eso es algo que sólo los banqueros centrales conocen en este momento y que el lunes sabremos todos los demás.

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