RECORTE AL GASTO PÚBLICO: UNO DE VARIOS?

Fuente: El Universal

Rogelio Ramírez de la O*

Cuando a mediados de sexenio hay un cambio de visión en temas económicos fundamentales, el gobierno tiene oportunidad de re-encausar una estrategia errónea y así llegar bien al final de un mandato, en este caso, 2018.

Así fue en el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando la crisis asiática le dio oportunidad de corregir una peligrosa sobrevaluación cambiaria y aumento de déficit externo. Un ejemplo diferente fue con Miguel de la Madrid, cuyo primer ajuste llevó a otros que se sucedieron, hasta que tuvo que llegarse al Pacto de Estabilidad en el último año de gobierno.

La puerta está hoy abierta a cualquier escenario. Como le ocurrió a de la Madrid y a diferencia de lo que ocurrió con Zedillo, el bajo crecimiento no ayuda.

En este contexto el gobierno finalmente anunció un recorte al gasto público presupuestado para este año de 234 mil millones de pesos o 0.7% del producto interno bruto (PIB). Esto se atribuye a la caída de ingresos petroleros, al desplomarse el precio del crudo de 90 dólares por barril en 2014 a 38 dólares actualmente.

Más allá de su monto, el recorte muestra un cambio de visión en el gobierno, al tener que escoger uno de dos males: menor gasto y menor crecimiento a cambio de menor déficit fiscal.

Quizás eso explica que hasta hoy se haya tomado la decisión, cuando la caída de precios inició en septiembre. No sólo se reducen las disponibilidades para gobierno y entidades en un año de elecciones.

También se envía una señal negativa al sector privado, cuya inversión se ha estado recuperando incipientemente.

A su vez se envía una señal positiva al mercado financiero internacional que ya está preocupado por el aumento tan rápido del gasto. La preocupación se justifica en el hecho de que en 2014 el ingreso tributario aumentó mucho (246 mil millones de pesos) a pesar del bajo crecimiento de la economía. Y aun así, la deuda pública aumentó en 678 mil millones.

Dado el terror de los empresarios en México a los déficits fiscales y visto el desplome de precios del petróleo y la depreciación del peso, con este ajuste el gobierno ataja una ola de nerviosismo en las cúpulas empresariales.

También le concede al Banco de México el punto de fortalecer “el marco macroeconómico…principalmente en el ámbito fiscal”, según lo demandó su Junta de Gobierno apenas el 29 de enero. A numerosos críticos les concedió, con un alto costo simbólico y por lo tanto político, la cancelación indefinida del tren México-Querétaro.

Pero implícitamente se acepta que la promesa de la reforma fiscal que regresaría a la economía transformada en mucha inversión pública queda para otra ocasión. Que la única fuente de crecimiento es Estados Unidos, y muy modestamente. Que las expectativas pesimistas en las encuestas de empresarios estaban correctas. Que lo optimista hoy es impedir un mayor deterioro del déficit fiscal.

Una parte del sector financiero internacional, más en la vanguardia y con el temor de que el mundo está en estancamiento global secular, esperaba y deseaba en México una salida diferente a esta crisis, la cual también queda para otra ocasión.

*rograo@gmail.com

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