Inflando la Burbuja

 (Fuente: El Norte, Agosto 28 del 2008) 

Fernando Turner

El delirio neoliberal percibe como valor real de la moneda lo que determine el mercado. Olvida su valor de compra y las imperfecciones existentes. Piensa que la "Mano Invisible" ajustará al valor correcto. Lo importante es no intervenir y defender que exportación petrolera, tasas de interés exageradas, política exuberante de gasto y capitales especulativos no producen distorsiones.

Entre combatir la inflación aumentando tasas y el gasto total de los ingresos petroleros -políticas que aumentan la oferta de dólares-, no encuentran una estrategia que mantenga un tipo de cambio competitivo, según recomienda el Consenso de Washington.

En la fantasía se considera superfluo buscar políticas para alinear el valor financiero y el real. Si estos valores se separan, porque la moneda se devalúa por inflación, pero se revalúa contra el dólar, se crea un desajuste que anticipa problemas peligrosos. Peor si los responsables defienden esta negativa tendencia.

Si 10.25 pesos compran 25 por ciento menos en México que un dólar en el exterior, compraremos más allá y menos acá. Los insumos locales serán más caros y también exportaremos menos. Al abaratar los bienes importados en relación con nuestros ingresos, consumiremos excesivamente y ahorraremos menos, reduciendo inversión y empleos.

Esto aguanta hasta que las exportaciones petroleras y el dinero "caliente", hoy 30 mil millones de dólares y subiendo rápido, les permitan mantener esta infortunada política. Si perdura, acabaremos con las actividades productivas, salvo aquellas protegidas. Luego, cuando acabe la "venta de las joyas", empezaremos de nuevo, más atrasados y pobres. El País encogido. El efecto del "Mal Holandés".

Según nuestros funcionarios, esta política es buena porque el mercado ajustará el valor monetario. En lo primero se equivocan, pero tienen razón en lo segundo.

Este manejo es malo porque lastra nuestras actividades productivas. Porque subsidia importaciones, reduciéndose inversión, empleo y consumidores. Necesitando urgentemente empleos, la estrategia es peligrosamente irresponsable. Especialmente cuando el yuan chino está subvaluado en 30 por ciento.

Cierto que el mercado equilibrará eventualmente el tipo de cambio. Así ha pasado en 1976, 82, 87 y 94. Devaluaciones traumáticas causadas por moneda inflada. Antes del drama se defendía sobrevaluarla para bajar inflación. Después, crisis, inflación desbordada y ningún responsable.

Son los mismos que ahora nos venden la misma basura con el Peso al mismo nivel de hace seis años en relación con el dólar, no obstante que los precios han aumentado 30 por ciento desde entonces, y cuando el déficit comercial, sin petróleo, ha llegado al peor nivel de la historia: 6 por ciento del PIB. Y mayor que en 1994 antes de la debacle. Son 60 mil millones de dólares que representan 3 millones de empleos perdidos en México y ganados en Asia, subsidiados con nuestro petróleo. Más nos valiera cerrar los pozos.

Muchos, irreflexivamente, han comprado esta espejismo monetarista, porque dicen que permite comprar más con el salario, sin recapacitar que con ese subsidio masivo al consumo habrá menos asalariados y que nuestra economía continuará anémica, pequeña y desigual. Creen que señalar esta tragedia es conveniencia de exportadores, porque los tecnócratas han manejado esa falacia. Una moneda inflada con petróleo nos dejará más atrasados y pobres. Sin petróleo, reservas, industria y empleos.

Se puede diseñar una política que asegure un tipo de cambio competitivo, condición esencial si queremos crecer, pero es necesario despertar de la quimera y atrevernos a cuestionar dogmas. Pero se requiere liderazgo y valor para reorientar la política monetaria y la economía al crecimiento. ¿Veremos este cambio?

El autor es presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.

  

  

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