El empleo bien, pero no grandioso, en Estados Unidos

El reporte mensual de las nóminas no agrícolas de Estados Unidos se ha convertido en un foco rojo de atención para los mercados por ser uno de los indicadores elegidos por la Reserva Federal como clave para determinar la suerte de las tasas de interés.


Fuente: eleconomista.com.mx

Enrique Campos Suárez

Pero antes de hablar de las angustias que provoca la creación de empleos, vale la pena destacar la excelente noticia que implica que la economía más grande del mundo, en la que trabajan millones de mexicanos, agregue mensualmente más de 200,000 plazas laborales.

La tasa de desocupación en ese país es de 5.3%, lejana todavía del pleno empleo pero muy favorable en la comparación con los niveles de desempleo alcanzados a principios de la década.

Y en el terreno del trabajo latino las noticias también son muy buenas. La tasa de desempleo de la fuerza laboral hispana llegó a niveles cercanos a 13% en el 2010. Ahora, en pleno proceso de recuperación de la economía estadounidense, ese indicador ha bajado hasta 6.5 por ciento.

Habría cerca de 13 millones de latinos en Estados Unidos en calidad de desocupados, o sea que cumplen con la condición de estar en edad de trabajar pero no tienen un empleo y no estudian. Sin embargo, muchos de los desempleados tras la gran recesión están de vuelta en una chamba.

Hemos visto en México cómo han aumentado de forma muy importante las remesas que llegan a nuestro país, principalmente desde Estados Unidos. Son más de 12,000 millones de dólares durante el primer semestre, con tasas de crecimiento de 6 por ciento.

No sólo eso, sino que la depreciación del peso frente al dólar hace que el poder de compra de las remesas se potencie ya dentro de los terrenos del mercado mexicano. De ahí que el comercio al menudeo de las tiendas de autoservicio, por ejemplo, tenga tasas de crecimiento tan altas.

La paradoja es que la buena noticia de la creación de empleos, que mejora en el nivel de vida de los ciudadanos estadounidenses, es al mismo tiempo una pésima noticia para los mercados financieros que encuentran en esa recuperación la amenaza de un mayor costo del dinero tan pronto como en septiembre.

De hecho, cada buen dato de la economía estadounidense implica una presión adicional para el mercado de bonos que suben sus rendimientos, a la par que bajan las posiciones en los mercados de renta variable y ni hablar de los flujos de salida de capitales que provoca en mercados externos a Estados Unidos, en especial los emergentes.

Los 215,000 nuevos empleos de julio son un buen dato, robusto, pero insuficiente para poder asegurar que la Reserva Federal finalmente optará por septiembre como el mes para dar el banderazo de salida al aumento paulatino de sus tasas de interés.

El 5.3% que se mantuvo como tasa de desocupación no es una señal clara, por lo tanto la especulación seguirá siendo la constante.

Una baja en la tasa o un incremento de un cuarto de millón de empleos habría despejado dudas sobre el siguiente paso de la Fed. Por el contrario, un aumento en la desocupación o la creación de menos de 150,000 empleos adelantarían más prudencia de los banqueros centrales.

Pero el dato obtenido no dice mucho para todos los que diariamente sufren con los indicadores financieros del planeta.

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