Economía 4.0 | Confianza e inversión, el camino

JOSÉ LUIS DE LA CRUZ

Los indicadores de confianza empresarial señalan el camino que México debe recorrer: elevar los niveles de confianza e inversión si se desea romper el círculo vicioso de fragmentación y polarización social que ha estado presente desde la fundación del país.

La transformación nacional debe conducir a un México Unido capaz de crear un Estado de Bienestar basado en las capacidades productivas internas.

De acuerdo con lo adelantado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la presentación de la propuesta del presupuesto para el 2021 mantendrá la lógica de política económica de los años previos, centrado en cuidar el equilibrio fiscal y con una prospectiva modesta en términos de crecimiento.

Los ingresos tributarios estarán alineados a esos criterios. Los recursos petroleros estimados pondrán en evidencia la complejidad de reactivar a Pemex.

Se mantendrá la mayor proporción de los recursos asignados a los programas de asistencia social y a la inversión en el sector energético. El resto de la administración pública será ajustada para liberar recursos y enfrentar lo que el titular de Poder Ejecutivo ha reconocido: México vive la mayor recesión económica en casi un siglo.

¿Finanzas públicas sanas? Desde hace 20 años se conoce que eso no ocurre y la renuncia a incrementar el nivel de deuda pública sintetiza las restricciones que enfrenta el gobierno y la fortaleza de un modelo neoliberal que se resiste a morir.

La deuda, como proporción de PIB, crece por la contracción económica que se vive. Por ello era fundamental implementar una estrategia contra la recesión industrial que inició en 2018 y que se extendió al 2019.

Su aplicación habría matizado la caída de la economía frente al Covid-19 y proporcionaría alternativas frente a la crisis. Era el sentido de contar con un programa de política industrial integral y un plan de infraestructura amplio y profundo basado en el contenido nacional que le diera directriz. En esencia lo que se aplica en Estados Unidos, China, Francia, Corea del Sur, la India o Vietnam.

Uno de los errores cometidos que México debe recordar: durante la década de los años ochenta del siglo XX se sacrificaron proyectos de inversión pública que tenían la rentabilidad suficiente para justificar contraer deuda: el efecto positivo de su implementación en materia de crecimiento y empleo habría generado los recursos para enfrentar los compromisos contraídos.

Un efecto adicional: habrían evitado el atraso industrial y de generación de servicios de alto valor agregado. La condicionante para su uso era el manejo honesto, eficaz y con visión estratégica de los recursos.

La ausencia de un proyecto de desarrollo económico y social basado en las capacidades internas y en el fortalecimiento de las empresas nacionales convivió con la corrupción y la aplicación de programas de ajuste fiscal que desembocaron en la fragmentación de la sociedad mexicana.

Durante los últimos 20 años el gasto público vive las consecuencias de dicho proceso: no genera valor agregado. El deterioro de la calidad en la gestión de la administración pública se ha conjuntado con lo descrito.

Para enfrentar el desafío estructural y de coyuntural se debe avanzar en la creación de acuerdos, reconstruir el país, de otra forma el avance de la recesión traerá consigo efectos sociales similares a los registrados en otros momentos de la historia.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

Fuente: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/economia-4.0-confianza-e-inversion-el-camino-5725811.html