CONTRAPUNTOS / Aumento de la tasa de interés

(Fuente: El Norte, junio 30 de 2008).

Afecta de manera negativa a la competitividad nacional.

Por: Fernando Turner

Apoyado por el dogma y sus postulantes, Banxico aumenta la elevada tasa de interés referencial, buscando contener aumentos de precios. Como todo precio fundamental, las tasas tienen límites que, de excederse, generan efectos importantes en competitividad y crecimiento, lo que exige mayor rigor para evaluar la medida.

Inflación se define como un aumento sostenido y generalizado de precios que el delirio neoliberal atribuye únicamente a exceso de dinero y se corrige reduciendo su disponibilidad, encareciéndolo.

Pero se presentan varios problemas: saber si experimentamos un aumento generalizado de precios o un cambio en precios relativos -del petróleo y de los alimentos, principalmente.

La Fed y el Banco Central Europeo piensan que es lo segundo y han mantenido tasas bajas. Deciden evitar desempleo innecesario, pues la causa es un cambio fundamental entre la oferta y la demanda mundial de esos "commodities". La respuesta adecuada, piensan, consiste en modificaciones tecnológicas y hábitos de consumo; y en mayor inversión y producción que sobrevendrá incentivada por los altos precios.

Si el aumento es general, faltaría determinar sus causas sin vendas fundamentalistas. Es ilógico pensar que costando 3.75 veces más que afuera, el dinero sea abundante. Entonces, ¿por qué la inflación sube?

Anteriormente el sospechoso habitual era el empresariado protegido, pero la apertura comercial debía haberlo eliminado. A menos que falte apertura y competencia en sectores importantes y se abuse de ilegítimo poder de mercado.

Sabemos quiénes son. Los conocemos. Empezamos con el Gobierno, insigne monopolista: Gas Natural, diesel, electricidad, autopistas, seguridad, educación. Siempre aplicando precios excesivos con productos regulares o proporcionando servicios malos generando costos-país innecesarios.

Seguimos con los "consentidos" en bancos, telecomunicaciones, aeropuertos, puertos, autopistas, ferrocarriles, distribución de gas, cemento. Casi todos generados por privatizaciones. Los más ricos del País. Ninguno responde al encarecimiento del dinero para moderar precios. De hecho los suben para compensar costos financieros, apreciación cambiaria y baja demanda. En la quimera neoliberal se olvida que para que las medidas monetarias funcionen es requisito la libre competencia.

Lo más nefasto de la medida es acentuar la sobrevaluación del Peso, inflado de entrada por los ingresos petroleros y política fiscal de gastar imprudentemente hasta el último peso que se obtenga. La paridad actual es la misma de mayo de 2004, aunque los precios han aumentado desde entonces 19.4 por ciento y los de los protegidos 35.8 por ciento.

El Gobierno gasta a todo tren y pide al Banco Central que afloje, lo cual es una grosería. Pero también lo es aumentar tasas sin contener la apreciación cambiaria, sin llamarle la atención al gobierno y sin controlar capitales "golondrinos".

La sobrevaluación, que según el propio Banxico es de 22.4 por ciento a mayo, tiene efectos perniciosos sobre la competitividad. Cierra la pinza destrozando la factibilidad del sector competitivo. Por un lado precios altos del exterior, complementados por los de los monopolios y oligopolios locales. Por otro, control de sus precios por la sobrevaloración que subsidia a productores extranjeros. De pilón, mayores costos financieros. No es extraño que se pierdan mercados, empleos, empresas y que patinemos sin avanzar.

¿Qué hacer? Reenfocarse en eliminar las trabas principales que impiden rentabilidad adecuada a decenas de miles de empresas en competencia. Principalmente, exigir al Gobierno que deje de ser el monopolista eminente y fije sus precios pensando en la competitividad y no sólo en recaudar; prohibirle legalmente comprar a precios arriba de los internacionales a sus preferidos, y demandar efectividad en su intervención para eliminar el desequilibrio entre precios de bienes monopólicos y libres.

Reconocer límites a tasas de interés sobre los cuales la política monetaria no funciona y establecer controles a capitales especulativos; preocuparse por alinear la paridad nominal con la real para protegernos de devaluaciones traumáticas y así alentar la inversión, cancelando subsidios al consumo y productores extranjeros; y bajar el gasto corriente del Estado reduciendo demanda excesiva y tentación de aumentar impuestos.

Todo se puede hacer rápido. No se necesita legislar ni debatir. Sólo falta recobrarse del delirio. Reconocer que no funciona lo de siempre. Que los elefantes no vuelan y que el bienestar de todos está por encima de intereses políticos y de consentidos.

 

 

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