A 53% de los trabajadores formales no les alcanza para la canasta básica

Fuente: Animal Político.

La pobreza salarial ha aumentado en 10 puntos desde 2008. Mientras se quiere apostar por regularizar a los trabajadores informales, más de la mitad de los que los se emplean formalmente no pueden sobrevivir con su sueldo.

JUNIO 17, 2014Majo Siscar (@majosiscar)

Más de la mitad de los trabajadores mexicanos con un empleo formal tienen sueldos que no les alcanzan para sobrevivir, según los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

Viviana Delgado tiene 29 años y es madre soltera de un hijo de 13. Trabaja comoadministrativa en Radio UNAM con un sueldo base de 2 mil 756.30 pesos a la quincena del que le descuentan un 30%  por un crédito Fovisste que le permitió comprar un casa de interés social que no puede mantener. Hasta hace poco vivía con su madre, a quien le cooperaba con los gastos de gas, luz, agua y comida. También le descuentan un seguro de vida que ha decidido pagar por si le pasa algo, para que su hijo tenga algún apoyo. En total, de cada quincena le quedan unos mil pesos. El transporte que ella y su hijo toman de Ixtapaluca, en el Estado de México, al centro de la capital mexicana donde trabaja y su hijo va a la escuela cuesta 66 pesos ida y vuelta. A tres días después de cobrar la quincena sólo le quedan 300 pesos en la bolsa.

Al terminar el primer trimestre de 2014, el 53% de los empleados mexicanos tienen sueldos menores al umbral de la pobreza. Un 10% más que en el 2008, cuando se empezó a medir. El precio de la canasta básica aumentó en un 65% en zonas urbanas y en un 62.7% en las rurales desde el 2005 y  hasta marzo de este año, pero los sueldos no lo hacen al mismo ritmo. Mientras en el primer trimestre de 2005, el costo por persona de la canasta alimentaria más la no alimentaria –que incluye gastos de vivienda, por ejemplo–, era de mil 661.62 en las ciudades y de mil 021.05 en el campo. Ahora está en 2 mil 554.67 y mil 627.09 pesos, respectivamente.

En lo que va de mandato de Enrique Peña Nieto se ha reducido 1.8 puntos. El primer trimestre de 2013 se redujo en tres puntos pero volvió a remontar. “No estoy segura que la reducción de un punto se deba a las políticas de Peña”, subraya Viridiana Ríos, economista y doctora en Política Pública por la Universidad de Harvard.

La organización que dirige, México ¿Cómo vamos?, acaba de publicar un informe sobre el crecimiento económico por estados en el que se observa que mientras en Sinaloa la situación de los asalariados en pobreza extrema son 35.3% en Chiapas son la gran mayoría de los empleados, el 69.5%.

“La pobreza salarial es mucho más cruda a nivel rural, donde la pobreza extrema llega al 62%, pero desde 2008 ha habido incremento constante y generalizado. Nuestra meta debería ser que no haya ningún trabajador bajo los umbrales de pobreza extrema o de pobreza (que incluye la canasta alimentaria y la no alimentaria)”, señala y continúa “al propio sistema económico no le interesa esa pobreza salarial, la variable que en México más explica el crecimiento es el consumo, y que haya poder de consumo es necesario para que el dinero se multiplique”.

Aún así, señala que hay otros tipos de transferencias que no son salariales, como las remesas o trabajos extras. De hecho, trabajadores formales como Viviana recurren con frecuencia a la economía informal para completar su sueldo. Cuando se le acaba el dinero, Viviana prepara desayunos y los vende a sus compañeros de trabajo. “Da para el día siguiente pero ya es algo”, confiesa. Así puede sobrevivir sin cambiar su empleo, que le da estabilidad y seguro social, gracias al cuál ahora ha podido operar a su hijo de una fractura.

La antropóloga Miriam Bertrán asegura que muchas veces, la pobreza salarial es “una estrategia en la economía doméstica: tener un miembro de la familia en el empleo formal da un salario muy bajo pero permite prestaciones para todos. Mientras los otros ganan más en la economía informal o ellos se autoexplotan”. Pero estamos ante un sistema económico, que en sí mismo, promueve la informalidad y la pobreza.

José A. es maestro de artísticas al servicio de un ayuntamiento de una ciudad pequeña  michoacana. Durante siete horas diarias de lunes a viernes da talleres de escritura a niños, jóvenes y adultos por mil 350 pesos a la quincena. Tiene 62 años, y desde hace cinco por fin entró en el rango de sueldo suficiente para estar afiliado al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Hasta entonces, si se enfermaba acudía con algún médico amigo que prácticamente le regalaba sus servicios. Ahora paga 230 pesos de renta por un cuarto en una vecindad y una de sus hijas y su hermana le ayudan cuando pueden con unos pesos extra. No sabe que hará cuando ya no le queden fuerzas para trabajar.

“Tenemos un problema muy serio en México no solo con el empleo sino con los salarios. No podemos basar nuestra productividad a costa de salarios bajos porque eso no da prosperidad, el salario debe de alcanzar para consumir. Nuestra economía no crecerá mientras los asalariados mexicanos no puedan ser una sociedad de clase media” subrayaba Héctor Aguilar Camín en la presentación de México ¿Cómo Vamos?.

Para Ríos, se necesita “una discusión nacional seria sobre cuál debería ser es el salario mínimo para apuntalar la economía”.

Desde el gobierno se argumenta que elevar el salario mínimo provocaría una descompensación de todo lo que se rige a partir de él: multas, cobros por varios salarios mínimos,… Ante ello Ríos y su grupo de economistas, proponen que se aumente con otro nombre, por ejemplo Salario base, para que no haya que cambiar cada legislación que contemple el número de salarios mínimos y se estimule la economía.

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