SHCP sin cuentas

Juan Ciudadano
7 Jun. 10

 

En ningún otro año nuestra economía se ha encogido tanto como en el 2009.

Si en cualquier ciclo económico el Gobierno debe hacer accesibles las cuentas y explicar los resultados de la implementación de la política económica, en un año como el pasado esta obligación adquiere una importancia adicional.

La Cuenta Pública es el documento diseñado para cumplir con este deber de rendir cuentas. Fundar, Centro de Análisis e Investigación, hace el análisis de la cuenta pública del 2009 en el documento "La SHCP y la rendición de cuentas" y concluye que no hay tal.

¿En qué consistieron -al detalle- los planes anticrisis del Gobierno federal?, ¿por qué no hubo ahorros en gasto corriente?, ¿cómo es que el Gobierno fue incapaz de ejercer recursos presupuestados y disponibles para infraestructura? Son preguntas que, en el mejor de los casos, fueron respondidas a medias.

La Cuenta Pública 2009 es la comprobación reiterada de que, en materia de transparencia, la Secretaría de Hacienda juega con sus reglas mantenidas a capricho.

Andreas Schedler explica el concepto de rendición de cuentas como la obligación de "contar números y contar historias". Hacienda se coloca, por sus pistolas, por encima de ambas dimensiones del concepto, la informativa y la argumentativa; la transparencia de hechos y la transparencia de razones.

En el reporte de Fundar, son tres las carencias más relevantes en la explicación de Hacienda sobre lo gastado y no gastado: primero, un paquete extraordinario de gasto público sin detalle; además, un programa de infraestructura atorado sin porqués ni deslinde de responsabilidades, y finalmente un supuesto ahorro en gasto corriente que no fue tal.

La cuenta pública 2009 se limita a enumerar estrategias de los programas anticrisis. "Un ejemplo lo encontramos en la falta de información puntual, consolidada y de fácil acceso sobre los resultados de la política anticíclica del gasto en el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo (PRICE) y en el Acuerdo Nacional a favor de la Economía y el Empleo", dice Fundar. "La información se limita a una enumeración de las acciones implementadas en estos dos programas en la sección Política de Gasto", concluye el documento.

En materia de gasto, no se explica cómo es que a pesar de que el presupuesto del 2009 fue mayor al del año anterior en 3.1 por ciento en términos reales, los recursos ejercidos en desarrollo fueron menores a los del 2008 en 51 mil millones de pesos.

En materia de inversión pública hubo un subejercicio de 21 por ciento. Se dejaron de gastar más de 12 mil millones de pesos, no por una decisión deliberada de ahorro, sino por incapacidad de ejercer gasto público fundamental para acortar nuestro rezago en infraestructura. Es evidente que el Gobierno está amarrado en sus propias reglas, pero las mantiene y no da cuentas de ello.

En lo administrativo, el gasto relacionado con la operación del día con día, la administración de las actividades inherentes al funcionamiento de las dependencias y entidades, increíblemente mientras todo el País nos apretábamos el cinturón en 2009 -y hasta la fecha- aumentó en 6.4 por ciento.

La historia que el Gobierno nos cuenta sobre lo que hizo en el 2009 deja mucho que desear en todos los frentes.

Mientras en el resto del mundo se discuten las decisiones -aciertos y desaciertos- encaminadas a ir superando con acciones domésticas esta crisis global, en México la gestión para superar la crisis sigue siendo materia de "expertos".

El estudio de Fundar, como cualquiera, seguramente tiene errores, sesgos e imprecisiones; que los señalen las autoridades hacendarias.

Lo inaceptable es el silencio.

Lo inadmisible es que sigan manejando el patrimonio de todos como si fuera de ellos.

 
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