Las Tasas y el Buey

(Fuente: Vanguardia, junio 15 de 2008).  

Lo sé, el título pudiera sonar algo agresivo con todo y que no tengo la menor intención de ofender a nadie. Tampoco pretendo decir que alguno de los personajes (ficticios o reales) que llevan un papel en estas líneas sea un buey. Más adelante trataré de dar a entender a qué viene lo del buey en el título de esta columna.

En días recientes salieron importantes funcionarios federales, empezando por el presidente, a declarar y hasta solicitar directamente que el Banco de México debe bajar las tasas de interés. Los comentarios y el análisis fueron muy variados. Desde aquellos que se rasgaron las vestiduras y dijeron que al Banxico no se le toca ni con el pétalo de una rosa, hasta aquellos que dijeron que ya era hora de que alguien le dijera las netas al Dr. Ortiz y su grupo de economistas ortodoxos (cuando les conviene) en el banco central.

No cabe duda que lo que haga o deje de hacer el Banxico es de suma importancia para la población, para los agentes económicos, para el mismo gobierno, para el peso, para la inflación y para las expectativas de todos los anteriores acerca del futuro económico del país. Por eso es hasta cierto punto conveniente que la muy mentada autonomía del banco sea resguardada como un tesoro. Esta autonomía y hasta cierta transparencia en su operación, empezó a tomar forma después de la crisis de 1994-1995, cuando la opacidad y la poca independencia del banco con respecto al poder ejecutivo, hicieron que muchos de los miedos de los mercados se magnificaran y no ayudaran ni tantito a reducir el impacto del “error de diciembre”. A partir de entonces, el Banxico se ha dedicado a ser un feroz guardián de las llaves de la inflación.

Ya en ocasiones anteriores hemos comentado en este espacio que la forma en la que Banxico entiende la inflación (y hasta cómo la calcula) parece no ser la ideal, ya que los promedios de promedios acaban por distorsionar la realidad y junto con el subsidio del peso caro (dólar e importaciones baratas) los datos de inflación que obtenemos no parecen cuadrarle a nadie, por más que el numerito sea bonito y le guste a los mercados.

La inusual sugerencia (o solicitud) del presidente y de sus principales funcionarios en materia económica, llaman la atención porque hasta cierto punto tienen razón en pedir que se le quite el freno al crecimiento, ya que las altas tasas de interés reales, en comparación con las del exterior, hacen que tengamos un peso muy fuerte, que aumenta de forma desmedida el valor del peso y que poco a poco presiona a los productores nacionales que compiten en desigualdad de circunstancia contra los extranjeros. Sin embargo, debería llamar más la atención que el gobierno esté consciente de que hay que fomentar el crecimiento, pero le tire la bolita al Banxico y olvide que él mismo tiene herramientas y poder suficiente para hacer lo propio sin depender del banco central.

Básicamente, lo que el presidente hace es decirnos –entre líneas- que si no crecemos es porque el Dr. Ortiz no nos deja, ya que tiene metido el freno de mano y dos llantas ponchadas; se le olvida al presidente que es su gobierno quien tiene las llaves del coche y es su responsabilidad no sólo parchar las llantas y quitar el freno de mano, sino que además le toca asegurarse que existan caminos por donde pueda circular el coche. Se les olvida al presidente y a sus funcionarios que ellos son los dueños de los trámites, las filas, los proyectos de infraestructura, los que ponen precios de insumos monopólicos, los que piden aumentar impuestos para engordar la burocracia y dejar a las empresas y las familias más y más dependientes de lo que haga o deje de hacer el papá gobierno.

Si lo que buscan es que bajen las tasas para incentivar la economía, pues tal vez podrían voltear a ver las tasas que ellos mismos manejan (como son las de los impuestos y los precios de los bienes y servicios públicos) y hacer algo al respecto. Pero no, prefieren distraer la atención aventando la piedra y escondiendo la mano, mientras que piden que sean los bueyes del compadre los que paguen el precio. Porqué no se reúnen Banxico, Hacienda y Economía para juntos evaluar las condiciones existentes y las variables que valdría la pena mover en sincronía. No pueden manejar el país con dos modelos econométricos muy distintos y no podrán lograr muchas cosas si unos no están alineados con los otros. Es tiempo de olvidarse de señales ocultas y sugerencias tímidas. Se trata de entrarle al toro (o al buey) por los cuernos.