La mediocridad de nuestro crecimiento

(Fuente: El Norte abril 16 2007)

Enrique Quintana

La reunión anual del FMI y del Banco Mundial puso nuevamente de manifiesto la mediocridad de nuestro crecimiento.

El habitante promedio del mundo tendrá este año un producto per cápita de 7 mil 804 dólares, el más elevado de toda la historia. En México estaremos apenas ligeramente por arriba.

Entre 1989 y el fin de este año, la población del mundo habrá crecido en 27 por ciento. Al término de 2007 se ubicará en 6 mil 607 millones de personas.

En contraste, el PIB mundial lo habrá hecho en 86.4 por ciento en ese periodo y habrá llegado a 51 billones 511 mil millones de dólares.

Esto implica un crecimiento del producto por persona de 2.1 por ciento al año y 47 por ciento en todo el periodo.

Cuando se habla de estancamiento en el mundo, hay que ver los datos con detalle, porque en el equivalente a poco menos de tres sexenios hemos tenido una de las tasas más aceleradas que se regis tren desde que hay estadísticas.

Desde luego que una parte importante de este resultado se debe a los asiáticos. Su crecimiento acumulado en esos años es de 244 por ciento, lo que significa un ritmo anual promedio de 7.6 por ciento.

Pero esto no quiere decir que el mundo industrializado haya frenado, pues el conjunto de países que forman el llamado primer mundo creció en el lapso que estamos considerando en un 56 por ciento.

Los campeones del crecimiento en este año serán los mismos. Aunque algunos creían o querían que China frenara, la realidad es que siguió a tambor batiente, con un ritmo de 10 por ciento, la tasa más alta entre las grandes economías del mundo.

Entre las naciones avanzadas hay dos pequeños países que destacan. Se trata de Singapur, con un ritmo de 5.5 por ciento, y de Irlanda, con un tasa de 5 por ciento.

Luego hay dos regiones a las que no se debe perder de vista. África, con todo y su miseria, crecerá a escala continental a un ritmo de 6.2 por ciento, mientras que las economías que alguna vez formaron la Unión Soviética y la llamada Comunidad de Estados Independientes crecerán a un ritmo del 7 por ciento.

¿Dónde estamos nosotros?

El pronóstico del FMI para México no es muy diferente al que tienen las propias autoridades mexicanas y visualizan un ritmo de 3.4 por ciento, muy por abajo del promedio mundial.

Sólo en América Latina y especialmente en nuestro País nos damos el lujo de crecer a ritmos de naciones industrializadas (es decir a paso lento) con un nivel de pobreza que en algunas zonas no le pide nada a los africanos… pero con un ritmo de crecimiento por la mitad del que tienen en esa región.

Claro que no todo es parejo en América Latina. Hay países como Trinidad y Tobago, que crecerá 7 por ciento, o Venezuela, que con todo y Hugo Chávez ha capitalizado el alto precio del petróleo, y lo hará en 6.2 por ciento.

El 3.4 por ciento pronosticado para México nos pone apenas arriba de Jamaica y Ecuador.

O sea que en la región de crecimiento más lento, estamos entre los más lentos.

Por esa razón es que creo que no hay muchas razones para no estar conformes con lo que el nuevo Gobierno y los empresarios han hecho hasta ahora.

Sin duda -como aquí le hemos expresado- la nueva administración de Felipe Calderón tiene más orden que la de Fox y desde luego que tiene una visión más coherente.

Pero el resultado del primer año en materia de crecimiento económico va a dejar que desear, sobre todo cuando nos comparamos con el mundo.

La metáfora aquella que visualiza hoy a los países corriendo en una de esas caminadoras en las que simplemente para no caerse hay que caminar, se percibe claramente cuando se ven semestre a semestre las cifras del FMI.

El problema es que mientras el mundo corre, en México apenas caminamos.

La realidad es que tenemos menos tiempo de lo que nos imaginamos. Los políticos, que son los responsables principales de construir las reglas del juego en las que nos movemos los civiles, a veces parecieran ignorar el entorno y actúan como si el mundo estuviera quieto.

Por lo visto, a pocos les ha servido viajar por todos lados a costa del erario, porque a veces pareciera que mientras más viajan menos entienden lo que sucede en el mundo.

Pero también es algo que se ve entre algunos empresarios, más de los que quisiéramos. Hay una gran parte a los que "no les ha caído el veinte", como se decía en otros tiempos.

O quieren seguir haciendo dinero sobre la base de una situación de privilegios y exclusiones que bloquea la verdadera competencia; o -como también se decía- las quieren "peladitas y en la boca", en lugar de salir a cosechar los frutos a través de sudar la camiseta.

Queda poco tiempo, pero queda. Si no cambiamos nuestro ritmo y nuestro sentido de urgencia antes de lo que nos imaginamos, estaremos a la cola del mundo.