¡Ahí vienen los chinos!

Remóntese a 1966. Si ya era adulto entonces, se acordará de lo que le voy a contar. Si no, tal vez tenga referencias.
En ese entonces, estábamos en plena Guerra Fría, como se le denominó a la era de confrontación política entre las dos superpotencias -EU y la URSS- y los dos sistemas prevalecientes -capitalismo y comunismo.

Tal confrontación se había convertido incluso en choque militar en zonas localizadas del mundo como alguna vez lo fue Corea, o entonces Vietnam.

Ese año, en el que Lyndon B. Johnson era Presidente de los Estados Unidos, se estrenó una película que ironizaba respecto a ese ambiente: "¡Ahí vienen los Rusos!".

Se trataba de una comedia en la que un submarino ruso se queda varado en la costa de Nueva Inglaterra. El capitán de la nave decide bajar a tierra en un imaginario pueblito pesquero llamado Gloucester Island para incautar un remolcador y poder llevarse al submarino.

Al bajar a tierra, un puñado de militares rusos armados, por un lado, generan histeria entre la población norteamericana, y, por otro, son seducidos por el "american way of life".

Al final, como buena película del Hollywood de esa época, hay final feliz, con los barcos de los pescadores de Gloucester Island escoltando al submarino y formando un escudo para que pueda salir de aguas de EU sin ser bombardeado por la fuerza aérea.

Hoy empieza a surgir el temor que había por la "invasión rusa" entonces. Pero han cambiado los personajes y las formas.

Ni se trata de los rusos ni de una invasión militar. Son los chinos, y el temor no es a las armas, sino a los billetes, con los que podrían hacer compras al por mayor.

La edición de esta semana de The Economist titula su artículo de portada "China buys up the World" y se refiere a la creciente presencia de las empresas chinas en el mundo occidental que han adquirido compañías que producen desde las computadoras personales, que eran de IBM; electricidad en Brasil o los autos Volvo en Suecia.

Muchas compras han sido efectuadas por empresas estatales. Los editores de la revista plantean la paradoja de que corporaciones de uno de los pocos países comunistas que quedan en el mundo están comprando las empresas de los países capitalistas.

Pero lo más amenazante no es lo que ha ocurrido, pues la inversión extranjera china apenas es el 6 por ciento del total mundial, sino lo que podría ocurrir en el futuro.

La tasa de ahorro de China se calcula en el 44 por ciento de su PIB y es la mayor entre las grandes economías del mundo.

Pese a la urbanización, todavía el nivel de consumo de los chinos es, en promedio, muy bajo, lo que deja volúmenes enormes de recursos para invertir.

Las reservas internacionales chinas alcanzan los 2 billones (trillions) 300 mil millones de dólares. Son superiores en más de dos veces a las de Japón, que alguna vez tuvo las más altas. Y multiplican en 20 veces a las de México.

Si en lugar de invertir en papeles, alguna vez se orienta el uso de esos recursos a la inversión directa en el exterior, los chinos serán los primeros inversionistas del mundo.

Y en este caso, no se podrá hacer una película que se burle de esta invasión… porque será probable que Hollywood ya haya sido comprada por los chinos, como alguna vez -en otros tiempos- los japoneses adquirieron emblemáticos activos de EU.

Así que no los pierda de vista: ¡Ahí vienen los chinos!

enrique.quintana@reforma.com

15 Nov. 10